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Un futuro de castas tecnológicas

El 41 % de la población carecerá de recursos económicos para adaptarse a la nueva era digital, según el informe de Cruz Roja

Alejandro Romero/Inés Romero. Castellón

Imagínese por un momento que se encuentra en el año 2050. Su casa será limpiada por un mini dron, una niñera robótica cuidará de sus hijos y podrá asistir a las reuniones laborales sin la necesidad de ir a la oficina. Además, todo lo que habrá en su ciudad, desde el suministro eléctrico hasta las alcantarillas estará conectado a una red, podrá ir por las calles con su coche autónomo e incluso, como afirma Richard Watson, el autor de Future Files, llevará un microchip con el que podrá abrir la puerta de su domicilio, por lo que las llaves pasarán a la historia. Ahora supongamos que proviene de un contexto socio-económico empobrecido y que no ha recibido la educación necesaria para hacer uso de las nuevas tecnologías. ¿Cree que podrá tener esta vida?
 
Stefano de Marco, doctor en Sociología en la Universidad de Salamanca, explica que en el futuro la gente que no sabe utilizar Internet habrá muerto, por lo que el problema de la brecha generacional se habrá resuelto. Por lo tanto, la desigualdad residirá en los recursos económicos. Asimismo, Manuel AreaMoreira, doctor en Pedagogía cuyo ámbito de investigación se centra en la cultura digital y la tecnología educativa, comenta que dentro de 30 años las diferencias no serán tanto provocadas por la edad, sino por el nivel cultural y formativo, por lo que la desigualdad entre las personas con mayores recursos económicos y educativos y aquellas que no los tienen aumentará considerablemente. Según el informe de Cruz Roja, el 41 % de la población carecerá de recursos económicos para adaptarse a la nueva era tecnológica.

 

 

Qué se entiende por desigualdad tecnológica
 
La desigualdad tecnológica es la exclusión o marginación de aquellos grupos sociales que por motivos económicos o educativos no puede acceder a los avances de las nuevas tecnologías.
 
El 49 % de las personas que realizaron la II Encuesta sobre percepción social de la innovación en España elaborada por la Fundación Cotec y Sigma Dos considera que la innovación tecnológica produce una brecha digital, frente al 38 % que opina lo contario.

 
A pesar de las grandes ventajas que han aportado las nuevas tecnologías como el incremento exponencial en el acceso a la información para todo el mundo, la mayor conexión entre las personas o la automatización de los procesos que nos facilitan la vida diaria, como explica el doctor en Sociología Stefano de Marco, lo cierto es que la revolución digital es y seguirá siendo en el futuro una de las principales causas de la desigualdad y exclusión social. 
 
El filósofo y teólogo de la Universitat Ramón Llull, considera que la tecnología fomenta un «mercado elitista», donde cada uno tendrá diferentes capacidades en función de su poder adquisitivo, provocando así una gran brecha social entre lo que no tienen acceso a las innovaciones biotecnológicas y los que puedan ver su esperanza de vida alargada indefinidamente. Además, el catedrático piensa que un futuro se crearán dos castas desiguales: «Una de las castas contaría con mejores capacidades físicas e intelectuales y la otra viviría subyugada por la primera».   
 
 

Más educación para sobrevivir a la Revolución 4.0
 
Todos los expertos coinciden en que las causas que provocan la brecha tecnológica van a cambiar. Uno de los ámbitos que en el futuro se verá más afectado será el educativo, pero para comprender qué es lo que pasará dentro de tres décadas, se debe conocer la situación actual.
 
José tiene 80 años, Carlos hace en junio 19 y Noemí acaba de cumplir la mayoría de edad. Los tres han iniciado este año sus estudios universitarios en Historia del Arte. A primera vista, la diferencia más evidente entre ellos es la edad, pero esta no es la única ni la principal, ya que para alguno de ellos las nuevas tecnologías han supuesto un obstáculo a la hora de afrontar el curso. Por un lado, Noemí se ha adaptado sin problemas, debido a que viene de un instituto donde se fomentaba el uso de las nuevas tecnologías en la enseñanza y está acostumbrada a trabajar con estas herramientas. Asimismo, ella siempre ha tenido ordenador, tablet y smartphone en casa.
 
En cambio, Carlos y José no lo han tenido tan fácil. El primero procede de un instituto donde no se dispone de los recursos necesarios para el uso de instrumentos tecnológicos y nunca ha podido tener en casa un portátil propio, debido al bajo nivel adquisitivo de su familia. El

 
segundo pertenece a otra generación y hasta ahora no ha tenido la oportunidad de adaptarse al nuevo entorno digital. En base a esto, se puede observar que a día de hoy la desigualdad tecnológica a nivel educativo está provocada por dos factores fundamentales: la edad y los recursos económicos. 
 
Si la situación ya es compleja, los estudios tampoco prevén resultados muy alentadores. Así pues, aunque dentro de unos años el problema generacional haya desaparecido y el nivel adquisitivo siga siendo un inconveniente, la desigualdad tecnológica se centrará en el provecho que se intente sacar al usar estas herramientas. «Las personas con más recursos educativos y económicos que dominan la tecnología la utilizarán para obtener beneficios personales, mientras que las personas con menos recursos la emplearán para el ocio o el entretenimiento, como chatear a través de las redes sociales», aclara Stefano de Marco. El Ingeniero de Telecomunicaciones experto en las TIC, Eduardo García, también avala que la aplicación de la inteligencia artificial y el big data favorecerán a quienes generan más información, es decir, a los mejor formados y más ricos.
 
El artículo Evolución de las Tecnologías de la Información y Comunicación en el proceso de enseñanza-aprendizaje escrito por Nubia Esperanza Suárez y José Custodio Najar sostiene que la educación es parte de la tecnología y cada vez más se exige la alfabetización electrónica, considerándose una competencia indispensable para el estudiante en el futuro. Manuel Area-Moreira garantiza que dentro de 20 años habrá materiales didácticos en la red, entornos virtuales donde el estudiante interaccione con una máquina y un aumento de lo que se conoce como educación a distancia, es decir, que no haya que ir físicamente a las aulas para poder desarrollar estudios educativos. 
 
Por lo tanto, la brecha tecnológica aumentará entre los grupos sociales que puedan acceder económicamente al nuevo sistema educativo basado en el uso de instrumentos digitales y los que no, excluyendo a estos últimos de la formación académica y de la oportunidad de «adquirir un amplio espectro de competencias, actitud y experiencias tanto digitales como de innovación y creatividad», como asegura el social media manager Lisandro Caravaca. 
 
 
 

 
La nueva emigración laboral: de las ciudades a la red
 
Otra de las mayores preocupaciones de la sociedad ante la llegada de la Revolución 4.0 son los cambios que se podrán producir en el sector laboral. Los expertos tienen claro quiénes serán los más afectados: las empresas pequeñas y los trabajadores no cualificados. 
 
Según el estudio Cambio tecnológico y productividad presentado por CaixaBank Research, en el futuro las innovaciones tecnológicas contribuirán a que surja una desigualdad entre las empresas que incorporen las mejoras tecnológicas e inversión en capital intangible y, por tanto, con un nivel elevado de productividad; y un sector empresarial que se quede rezagado frente al cambio y sea menos eficiente. A su vez, esta brecha en productividad se plasmará en un aumento cada vez mayor de la desigualdad salarial que afectará a los empleos menos cualificados.
 
Siguiendo con la investigación de CaixaBank Reasearch, se prevé que en los próximos años se produzca un cambio notable en los tipos de trabajos demandados, ya que los empleos mecánicos y replicables serán más susceptibles de ser sustituidos por máquinas, mientras que lo que requieren de habilidades sociales, de servicios y analíticas no rutinarias, ganarán peso. Asimismo, Jeremy Rifkin, sociólogo y autor del libro El fin del trabajo, está seguro de que un robot nunca sustituirá al ser humano para cubrir profesiones creativas o de espíritu crítico. Sin embargo, la II Encuesta sobre percepción social de la innovación en España elaborada por la Fundación Cotec y Sigma Dos a partir de 2402 entrevistas telefónicas, muestra que el 66 % de los participantes cree que muchos puestos de trabajo actuales serán sustituidos por máquinas en los próximos años y que estas serán capaces de desempeñar no solo muchas tareas rutinarias, sino también tareas creativas.
 
Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología en IE Business School, pronostica un futuro laboral bastante pesimista para las personas con escasa formación: «Los trabajadores con empleos poco enriquecedores, peligrosos y degradantes serán los primeros en ser sustituidos por las nuevas tecnologías». José Manuel González-Páramo, economista y consejero ejecutivo del banco BBVA, confirma que los sectores más propensos a sufrir un alto potencial de automatización son la distribución, la agricultura y el transporte, ya que dan lugar a ocupaciones rutinarias y tienen una gran probabilidad de que en un futuro sean ejecutadas por máquinas. No obstante, ámbitos como el de la sanidad, la educación, los

 
cuidados personales, la industria del ocio, el turismo y los servicios a las familias son los posibles supervivientes en este nuevo entorno tecnológico, añade el economista.
 
Si hay una cosa en la que coinciden todos los expertos es que los mayores afectados, independientemente del sector al que pertenezcan, serán los comercios más pequeños. Uno de los motivos es al auge de la compra a través de Internet. Con estos nuevos métodos de consumo, en un futuro las multinacionales se volverán mucho más poderosas de lo que ya son y dejarán fuera del mercado competitivo a aquellas empresas que no tengan la capacidad de adaptarse al comercio online. Lisandro Caravaca tiene muy claro lo que va a ocurrir: «La digitalización del panorama va a llevar a que poco a poco vayan desapareciendo muchas tiendas físicas, permaneciendo únicamente aquellas que sean más especializadas».
 


 
El futuro de la igualdad tecnológica en manos de los Gobiernos
 

Como se ha podido comprobar, la desigualdad tecnológica no parece que se vaya a ver reducida en el futuro, por lo que la mayoría de estudios y autores están de acuerdo en que la llave para resolver este problema la tendrán los Gobiernos de cada país. Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Harvard y execonomista en jefe del Fondo Monetario Internacional, opina que actualmente, los recursos educativos -en particular, los del nivel superior (universidad)- en muchos países pobres están seriamente limitados respecto a los países ricos, y, hasta ahora, Internet y los ordenadores han exacerbado las diferencias. Por lo tanto, si los Gobiernos ofrecen un acceso igualitario a la educación, la próxima generación de avances tecnológicos también podría promover una mayor equidad en el ingreso. El sociólogo Stefano de Marco también coincide en que las medidas de los Gobiernos deben estar enfocados en alfabetizar a la población y enseñarles a usar las nuevas tecnologías.
 
Por otro lado, Zia Qureshi, exdirector de Economía del Desarrollo del Banco Mundial y exsecretario ejecutivo del Desarrollo conjunto de esa institución y el FMI, declara que para combatir la desigualdad que se generará en 20 años los Gobiernos tendrán que aplicar políticas basadas en revitalizar la competencia e incentivar la innovación, así como mejorar y actualizar las capacitaciones profesionales de los trabajadores y reformar los contratos sociales que incentiven la transición a nuevos empleos en un entorno siempre cambiante.

 
En definitiva, los investigadores coinciden en que el implacable avance de la tecnología favorecerá enormemente la mano de obra altamente cualificada, lo que ayudará a generar datos sin precedentes de desigualdad en el ingreso y la riqueza en todo el mundo. En este caso, los Gobiernos serán los principales responsables de hacer que el mundo alcance unos niveles de injusticia jamás vistos o, por el contrario, serán los que ofrezcan las mismas oportunidades a toda la sociedad para disfrutar de las ‘smart cities’. 
 

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