
El fin de la energía atómica
El Gobierno obliga a cerrar las centrales nucleares antes de 2030
Inés Romero. Castellón
España se encuentra inmersa en el debate de si la energía nuclear es necesaria o no para abastecer el suministro eléctrico del país. Esta controversia viene dada a partir de la solicitud de renovación de la vida útil de algunos de los siete grupos nucleares operativos en España, como es el caso de Cofrentes (Valencia) y Ascó (Tarragona), que tienen previsto su cierre entre 2021 y 2028. Por ello, es importante conocer cuáles son los efectos que se originarían si las instalaciones nucleares desapareciesen, sabiendo que el 21,2 % de la energía producida es de origen atómico, según los datos presentados por la Sociedad Nuclear Española.
Hay estudios que establecen que el coste de producción de energía nuclear es de 25 céntimos por kilovatios/hora, por lo que es muy barata. El diplomado en Ingeniería Nuclear Francisco Michavila, explica este punto favorable sobre las centrales nucleares: «A pesar de que los costes de instalación de las centrales nucleares son elevados, los costes de producción, es decir, lo que cuesta cada uno de los kilovatios/hora es barato, siempre y cuando se produzca en grandes cantidades».
Héctor Beltrán, doctor en Ingeniería Eléctrica que trabajó en el Centro Europeo para la Investigación Nuclear, declara que las centrales nucleares tienen una «producción de base», lo que quiere decir que estas están en funcionamiento los 365 días del año, algo que técnicamente es imposible en las energías renovables. Por el contrario, esto crea un efecto negativo. «Las centrales nucleares no son nada flexibles porque cuando se arrancan ya no se pueden parar en años», añade Beltrán.
Salvador Moncayo, coordinador de la cooperativa aeioLuz, manifiesta que la desaparición de la energía atómica tendría unas consecuencias económicas beneficiosas, puesto que las ganancias obtenidas se repartirían entre la ciudadanía. Sin embargo, Héctor Beltrán recalca que la existencia de las centrales nucleares tiene efectos positivos para el público a nivel económico: «Según los gráficos elaborados por el Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad, las centrales nucleares hacen que el precio de la energía sea más barato».
Hoy en día, la lucha contra el cambio climático ha hecho que se busquen modelos energéticos más ecológicos, como las energías renovables, pero la realidad es que «las centrales nucleares ayudan a combatir este problema, debido a que estas no emiten CO2 ni otro tipo de gases contaminantes», sostiene Beltrán. Siguiendo en esta línea, el ingeniero nuclear Michavila confirma que las energías renovables no son tan limpias como parecen: «Los materiales que se utilizan para producir los aerogeneradores y, sobre todo, las placas solares generan unos altos índices de contaminación».
Por otro lado, la energía nuclear presenta dos problemas, los cuales «son tan graves que han hecho que el mundo evolucione en la línea de abandonar este tipo de energía», explica Francisco Michavila.
En primer lugar, está el riesgo a sufrir un accidente nuclear. José Juan Sanchis, representante de la plataforma Tanquem Cofrents, afirma esta idea: «No hay actividad humana que tenga un potencial de daño tan grande como un accidente nuclear y por muchas medidas de seguridad que se implanten nunca serán suficientes». Por el contrario, Jesús Cruz, ingeniero nuclear y exportavoz oficial de la central nuclear de Cofrentes, argumenta que se han realizado mejoras para incrementar la seguridad de las instalaciones y que el porcentaje de que se produzca un accidente nuclear en España es muy bajo.
El otro inconveniente recae sobre la generación de residuos nucleares radioactivos. Tanto el técnico de aeioLuz como Michavila tienen la esperanza de que tecnológicamente se descubra algo que consiga hacer útiles estos residuos y se ponga fin a este problema.
Todos los expertos coinciden en que la energía nuclear «tiene los días contados» y que el Gobierno debe buscar una alternativa económicamente rentable, viable y sostenible. No obstante, aún no se sabe cuál es la opción que más conviene para el país, porque desde un punto de vista técnico, «ninguna energía puede sustituir a la nuclear», concluye Héctor Beltrán.