
Hay personas que nunca mueren
Inés Romero. Castellón
En un principio, Rebecca parece ser la típica película romántica en la que una atractiva y encantadora joven se enamora de un aristócrata inglés llamado Maxim, con el que acaba casándose y viviendo en Inglaterra en la mansión de Manderley. Sin embargo, llega el grandioso Alfred Hitchcock y te introduce en un mundo donde predomina la tensión, el misterio y el drama, haciendo que no te puedas despegar de la pantalla hasta el final.
Y cuando digo “grandioso” es por algo, pues Hitchcock crea un ambiente de tensión a partir de un personaje que no sale físicamente en ningún momento de la trama. Ese personaje es Rebecca, la difunta esposa de Maxim, quien está muy presente en la memoria de todos. Además, a pesar de que no la hayamos visto en ninguna de las secuencias, con las continuas descripciones y elogios que hacen los protagonistas sobre ella, consigue que nos la podamos imaginar y admirarla casi tanto como ellos.
En mi opinión, es importante destacar el papel del ama de llaves de la mansión de Manderley, interpretado por la actriz Judith Anderson, pues gracias a ella el espectador tiene presente en todo momento a Rebecca. Además, debido a sus celos, se encarga de hacerle la vida imposible a la mujer del aristócrata, quien poco a poco se compara con la figura de Rebeca hasta sentirse inferior. Simplemente, gracias a los primeros planos que se le hacen a la ama de llaves para captar su sombría mirada, consiguen crear una atmósfera llena de suspense que logran que el espectador se pregunte constantemente quién es realmente Rebeca y qué es lo que ha pasado con ella. En definitiva, creo que es un personaje fundamental en este filme.
Si algo sabemos de Hitchcok es que le encanta jugar con la psicología del espectador y en Rebecca no iba a ser menos. Por ejemplo, nos hace creer que Maxim adora a Rebecca, pero más tarde descubrimos que es más bien lo contrario, la odia. Asimismo, llegamos a un punto de la película en el que creemos que él es el asesino y que realmente no murió ahogada, pero finalmente descubrimos que Maxim no fue quien la mató. Además, nos hace sentir durante toda la película que Rebecca es un personaje al que debemos admirar, pero conforme pasa la trama descubrimos que no es un ser tan maravilloso y que tiene su lado oscuro.
Sin duda, hay que destacar el increíble final de este largometraje, en el que el ama de llaves prende fuego a la mansión estando ella dentro. Desde mi punto de vista, esto hace referencia a una metáfora, pues el fuego es la única manera de que el recuerdo de Rebecca muera para siempre.
Por último, es relevante mencionar la banda sonora de la película compuesta por el Franz Waxman, ya que en muchas ocasiones esta parte queda olvidada, y precisamente en este filme la música es fundamental, pues logra magnificar, desde un primer momento, esa tensión que inunda la mansión de Manderley.